Andalusian Revelations: Entrevista a Javier Ruiz

17.05.2022

Sasha Bogojev entrevista a Javier Ruiz para Juxtapoz Magazine

Sabéis la clásica historia --alguien rebosante de talento, impulsado por el impulso de crear y que sólo llega a buen puerto tras enfrentarse a los obstáculos más sorprendentes de la vida? La toma de direcciones equivocadas y callejones sin salida en el camino a menudo proporcionan experiencias, revelaciones y memorias que a la larga alimentan un trabajo que finalmente marca la diferencia. Así es el periplo de Javier Ruiz, cuyos frecuentes viajes entre La Carolina y Madrid marcaron su visión del mundo, junto con los retratos que pintó en su empeño por alcanzar la excelencia vista en los libros de arte que estudió.

Sabéis la clásica historia -alguien rebosante de talento, impulsado por el impulso de crear y que sólo llega a buen puerto tras enfrentarse a los obstáculos más sorprendentes de la vida? La toma de direcciones equivocadas y callejones sin salida en el camino a menudo proporcionan experiencias, revelaciones y memorias que a la larga alimentan un trabajo que finalmente marca la diferencia. Así es el periplo de Javier Ruiz, cuyos frecuentes viajes entre La Carolina y Madrid marcaron su visión del mundo, junto con los retratos que pintó en su empeño por alcanzar la excelencia vista en los libros de arte que estudió. El artista, que empezó trabajando en casa de su familia en España hace años, vuelve una y otra vez a ese mismo entorno íntimo. La tranquilidad y la familiaridad le proporcionan un entorno perfecto para escudriñar a fondo los aspectos técnicos y pictóricos de su obra. Navegando con su teléfono y creando bocetos, explorando posibles paletas de colores y utensilios, acaba realizando composiciones de paisajes y retratos de lo más conmovedores, muchos de ellos inspirados en las llanuras andaluzas.
Sasha Bogojev: ¿Qué tal si empezamos por el principio? ¿Cuándo te iniciaste en el arte? ¿Fuiste uno de esos niños a los que siempre les gustó dibujar y pintar? Javier Ruiz: En realidad es una locura... Cuando era muy joven, odiaba pintar porque mi madre me obligaba a hacerlo porque pensaba que lo hacía muy bien. Así que a veces lo hacía, pero creo que es algo muy aburrido para un niño. Yo quería construir cosas con cajas, quería imaginar. Pero es curioso que cuando veía un cuadro clásico en casa de mi abuela o algo así, siempre lo examinaba de cerca. No sé por qué, pero me gustaba ver lo que ocurría en el cuadro, en sus pequeños detalles. Cuando crecí un poco, a los 14 o 15 años, estaba totalmente perdido y entonces empecé a dibujar más. Me aficioné al grafiti y de ahí en adelante. Me interesé más y más y acabé estudiando ilustración. Aunque no me gustaba mucho, yo siempre quise pintar.  
¿Y nunca estudiaste pintura? No. Hice algunos cursos aquí y allá, pero nunca estudié bellas artes, al menos oficialmente. En casa, me gastaba todo el dinero en libros de arte, sobre Klimt o Da Vinci por ejemplo, y me limitaba a estudiarlos.  
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¿Así que el hecho de que ahora trabajes desde casa es relativamente normal para ti? ¿Durante un tiempo rechazaste el mundo exterior? Sí, siempre he trabajado desde casa. Compartí estudio en alguna ocasión, pero la mayor parte del tiempo lo pasaba en casa, y por eso mismo, no tenía ni idea de lo que realmente sucedía ahí fuera. Me centraba en la pintura clásica y en mis libros. Fue una tontería porque a mi me parecía que el arte contemporáneo era una mierda, y por ello buscaba aprender sobre los maestros y obras clásicas, sin importarme el resto. Pero cuando más tarde me mudé a Sevilla y entré en contacto con otros artistas y personas, abrí por fin mi mente, empecé a explorar mucho más.  
¿Fue entonces cuando empezaste a trabajar con tu estilo actual? Mientras vivía en Madrid, pintaba obras con figuras, a veces de mí mismo, a veces de otras personas, pero siempre copiando a otros pintores históricamente importantes. A medida que fui evolucionando, empecé a ubicar a mis amigos en diferentes paisajes, sin ningún propósito particular, sino simplemente colocándolos allí. Así que, tras un breve viaje a Estados Unidos, me trasladé a Sevilla y ahí fue donde cambié por completo. Todavía hoy creo que cuando se es joven, hay que probarlo todo antes de poder hacer algo importante.  
¿Influyó el viaje a Estados Unidos en tu práctica? No, la verdad es que no. Además, sólo estuve en el lugar donde me alojaba, desconocía lo que ocurría a mi alrededor. Allí necesitas un coche para ir a cualquier sitio, y como era muy joven y no conocía a nadie, solamente me quedaba en casa y pintaba.  
¿Qué cambió cuando volviste a Sevilla? La verdad es que volví a perderme por completo. Antes ganaba mucho dinero con mis cuadros de inspiración clásica, así que cuando empecé a probar cosas nuevas e instalaciones, todo se vino abajo. Quería un reto. Quería hacer algo nuevo, hacer algo más que eso.  
¿Qué tipo de obras hacías entonces? Empecé a hacer cuadros raros e instalaciones, pero eso fue muy importante para mí. Perdí el miedo a probar cosas nuevas. Perdí la inocencia y mi mente cambió por completo. Estaba decidido a hacer algo nuevo, ya no tomando algo existente del exterior y rehaciéndolo, sino cogiendo algo de mi interior y exponiéndolo fuera. Así que, en ese momento, empecé a no preocuparme por lo que ocurría a mi alrededor y, en cambio, me centré en lo que quería y podía hacer para contribuir al arte contemporáneo.  
Algunos artistas con los que he hablado han tenido experiencias similares. Sí, es importante tener esa experiencia y entender que estamos viviendo el presente y que podemos hacer las cosas que queremos hacer y no las que creemos que se esperan de nosotros.  
Parece un nuevo comienzo saludable. Llegué a Ámsterdam porque mi pareja consiguió un trabajo. Yo no conocía a nadie, planeaba hacer deporte y pintar cuando llegara, pero mi bolsa con mi equipo de deporte y pintura se perdió. Así que me encontré en casa, sin dinero y sin nada que hacer. Sólo tenía unas acuarelas que mi pareja me compró para mantenerme ocupado. [Risas]  
¿Hace cuánto tiempo fue esto? Esto fue alrededor de la Navidad de 2019. Fue un poco frustrante pensar que estaba en la treintena sin nada ni ningún lugar al que ir, sin nada que hacer. Así que empecé a pintar con esas acuarelas y los conceptos de la obra que estoy haciendo empezaron a aparecer. Pensé en quedarme en Ámsterdam y encontrar un trabajo, o volver a casa para desarrollar estas ideas, ya que no tenía dinero ni materiales para trabajar aquí. Le dije a un amigo que tenía la sensación de que necesitaba probar estas ideas, pero que no tenía dinero. Se ofreció a ayudarme, y calculé que necesitaba 972 euros para llevarlo a cabo. Por suerte, algunos coleccionistas compraron algunas obras, así que pude volver a Ámsterdam y seguir trabajando, justo antes de la pandemia.  
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Tuviste tu gran oportunidad durante los cierres de la pandemia, ¿cómo ocurrió eso? Instagram jugó una gran parte en ello. Al cambiar mis pinturas, también cambié mi aproximación a todo. Creo que hay que enfocar cualquier práctica de manera profesional. Así que empecé a tomar mejores imágenes de mi trabajo con la esperanza de llamar más la atención, y funcionó. Fue entonces cuando me encontró mi galería de Barcelona y empecé a trabajar con mi agente, Gabriel Rolt. Con él, planeo hacer una gran exposición individual aquí en Ámsterdam en primavera.  
Pareciera que realmente necesitabas estas extrañas circunstancias para desarrollar este trabajo. Siempre he pensado que si realmente quieres hacer algo, lo harás con lo poco que tengas. Además, siento que es mejor cuando vienes de abajo, porque necesitas ese dolor para subir y crear algo.  
¿Por qué empezaste a presentar estos personajes extraños y bohemios? Me gusta creer que en realidad no lo sé [risas], porque cuando pienso mucho, me pierdo totalmente. Para mí, es mejor simplemente sentir algo, incluso sin saber qué es o por qué lo sientes. Si no conozco la historia que hay detrás, el espectador tampoco puede conocerla, así que puede imaginar la suya propia. Si sé lo que estoy haciendo, entonces el espectador puede reconocer lo que estoy haciendo; pero si no lo sé, es imposible que el espectador lo adivine.  
Me gusta esta incertidumbre sobre lo que está pasando. ¿Supongo que construyes este suspense a propósito? Sí, me gusta que sea así de raro. Quizá esté pasando algo, quizá esté a punto de pasar, o quizá ya haya pasado. Me gusta generar ese tipo de ambiente. Me gusta mostrar algo pero no dar pistas de por qué está pasando. Por supuesto, algunos elementos, como las flores que estoy pintando ahora, sé de dónde vienen. Es porque a mi madre le encantan las flores. Así que quizás al ponerlas en la obra, estoy hablando de ella, aunque no estoy seguro y tampoco quiero pensar demasiado en ello.  
Supongo que eso explica la idea de esta luz ambigua entre el crepúsculo y el amanecer. La idea es que tal incertidumbre refuerza la rareza de la escena. Los colores que construyen el escenario lumínico pretenden intensificar ese ambiente. No obstante, siempre empiezo por las figuras, ya que me guían a los demás elementos.  
¿Y cómo lo haces para encontrarlos? Siempre estoy buscando. La mayoría de ellos, un 80%, vienen de Instagram. Simplemente hago capturas de pantalla cuando veo algo, una expresión, una postura, lo que sea, y puede que lo utilice años después.  
Te he visto utilizar elementos de las fotografías de Boris Mikhailov y similares. ¿Cómo encajan con tus conceptos y qué te gusta de ellos? En realidad es lo mismo que cualquier otra imagen que encuentro en Internet o en Instagram. Sólo tomo las figuras, o un aspecto, sin utilizar el contexto o copiar la obra. Siento que la apropiación es un buen recurso si quieres crear algo nuevo con algo existente. Lo que me gusta de ellas es que se pueden utilizar para mostrar la decadencia. El ser humano tiene el afán de ver y poseer cosas bonitas, así que al contrastar personas de fotografías con flores bellas o añadir elementos de kitsch en medio de un paisaje desértico, muestro la decadencia de la humanidad.  
¿Cuál es el motivo que te lleva a crear una textura seca y gruesa en tu obra? Siempre he intentado hacer algo con mis óleos. Así que los mezclaba con otro material para hacerlos más gruesos. De este modo, cuando pinto, casi que esculpo la imagen porque disfruto mucho sintiendo cómo el pincel moldea la pintura, y me resulta mucho más fácil controlarlo. También me gusta utilizar diferentes pinceles, incluso antiguos, que deforman mi trazo y crean estas imperfecciones que me gustan. De este modo, mezclo la pintura en el lienzo, pongo la base con un pincel normal y luego acaricio la pintura con los rotos.  
La verdad es que parece muy meticuloso. ¿Lo es? Creo que es muy rápido. Porque, con esta técnica, tienes que estar realmente concentrado y enfocado, pero si sabes lo que quieres hacer, es realmente fácil. Quizá tengas que probarlo tú mismo [risas].  
Por eso te llamo "El Medico". Siempre eres tan ordenado y tan bien organizado. Sí, para que esto funcione tienes que ser muy organizado y tener tus herramientas siempre limpias. Es decir, trabajo desde casa, así que tengo que mantener las cosas muy limpias de todas formas. Es importante que los colores que pongo en el lienzo sean los mismos que permanezcan en la imagen.  
¿Es la decadencia un tema que impregne tu obra? ¿Ocupa tu mente mientras la realizas? Creo que todo mi trabajo actual proviene de algún tipo de gris. Supongo que es lo que siento en este momento. Pero, de nuevo, no me gusta pensar demasiado en eso antes de empezar a crear imágenes, y simplemente ataco directamente al lienzo y voy con lo que me parece correcto en ese momento. Al hacerlo, permito que me hable y me diga cómo me siento o cómo podría sentirme.  
¿Las lees después para tratar de entender lo que sucedía? No, no quiero hacerlo. Hago los cuadros para los espectadores, no para mí. Si los hiciera sólo para mí, no querría mostrarlos.
(Traducción de la entrevista realizada por Sasha Bogojev para Juxtapoz Magazine)